Venimos observando desde los ataques del 11-S un progresivo deterioro de la imagen hegemónica unipolar de EE.UU. creada a raíz del hundimiento de la antigua URRS. Esta pérdida de poder real de la superpotencia norteamericana, que se podía intuir militarmente por su pérdida de ubicuidad permanente en todos los focos de conflicto que podían amenazar sus intereses estratégicos y comerciales en el extranjero, se hace patente a raíz de la fallida intervención en Irak. La ciega obcecación de sus dirigentes ha llevado a la nación norteamericana al borde del colapso financiero, y a descuidar otras tradicionales áreas de su influencia sensibles para el equilibrio global.
A día de hoy podemos aventurar que el sistema unipolar impuesto por EE.UU. tras la Caída del Muro de Berlín y la subsiguiente desaparición de la URRS, y con ella, el sistema bipolar que de facto representaba, se encuentra en su fase final. El equilibrio geoestratégico mundial se está desplazando a nuevos horizontes, y como dos pilares incontestables emergen nuevos agentes que configuran el nuevo mundo multipolar. Nos referimos a los dos ejes emergentes que a escala planetaria empiezan a dejar notar su incipiente pero ascendente relevancia dentro del panorama global.
El aventurerismo estadounidense en Georgia en agosto de 2008 marca la línea divisoria. Después irrumpe la profunda crisis económico-financiera que afecta a todo el sistema occidental que ha evidenciado definitivamente la incapacidad de los Estados Unidos para gestionar el actual momento histórico. Los paradigmas interpretativos basados en las dicotomías Este-Oeste, Norte-Sur, centro-periferia no parece que sean válidos para delinear los próximos escenarios geopolíticos. Una lectura continental y multipolar de las alianzas y de las tensiones entre los actores globales nos permite identificar en América indo latina y en Eucrasia los pilares del nuevo sistema internacional.
La creciente presencia de Rusia y China en América latina denominada “el patio trasero de EE.UU.”. Durante décadas así lo atestigua.
En la raíz de este cambio se encuentran tanto motivaciones de corte económico - energético, donde básicamente enmarcaríamos a China, como estratégico - defensivas que sería mayoritariamente el caso de Rusia.
Este hecho no ha sido suficientemente resaltado por los analistas, pese a la conciencia, cada vez más evidente del crepúsculo de la nación Norteamericana, y las reiteradas referencias a raíz del conflicto entre Moscú y Tbilisi de hace dos veranos (agosto 2008) a un nuevo bipolarismo y a una reformulación de la “Guerra Fría”.
En la actualidad estamos muy lejos del bipolarismo implantado tras la Segunda Guerra Mundial. Las motivaciones ideológicas que lo originaron, los binomios o antítesis comunismo-capitalismo y totalitarismo-democracia, que caracterizaron el periodo 1945-1989 han desaparecido. En su lugar han irrumpido otros agentes que emergiendo con fuerza reivindican su voz e influencia. Grandes países de dimensiones continentales como China, India y Brasil, sin olvidar a Rusia, se vuelven conscientes de su propio poder a raíz de fuertes despegues económicos.
Aun así el estado hegemónico por el momento sigue siendo Norteamérica, pero su hegemonía dista mucho de ser incontestable como antaño, lo cual la vuelve posiblemente más peligrosa si cabe, por oscilante, como demostró la crisis Georgiana de agosto de 2008, al ser gestionada por Washington y por el Pentágono con escaso equilibrio.
ANALISIS ASTROLOGICO
Partimos de una carta astral, la del nacimiento del Mundo Unipolar, que consideramos tuvo lugar con la caida del Muro de Berlín el 9 de Noviembre de 1989 (19h25m Berlín hora oficial), que marca el comienzo del derrumbe de la antigua URRS, y el posterior "reinado único global" de EE.UU.
EL NACIMIENTO DEL MUNDO UNIPOLAR
CAIDA DEL MURO DE BERLIN
9 Noviembre 1989
MAPA ASTRAL DE LA ANTIGUA URRS
URRS TRANSITOS CAIDA MURO BERLÍN
9 Noviembre 1989
URRS PROGRESIONES SECUNDARIAS
9 Noviembre 1989
CAIDA MURO DE BERLIN
Tránsitos el 31 de Julio 2010
CAIDA MURO DE BERLIN
Progresiones secundarias 31 de Julio 2010
CAIDA MURO DE BERLÍN
Tránsitos 27 abril 2014
CAIDA MURO DE BERLIN
Progresiones secundarias 27 Abril 2014
EE.UU. DECLARACION DE INDEPENDENCIA
TRANSITOS SOBRE EE.UU.
31 de Julio 2010
EE.UU. PROGRESIONES SECUNDARIAS
31 Julio 2010
EE.UU. TRANSITOS
27 Abril 2014
EE.UU. - CAIDA MURO BERLÍN
Sinastría
MAPA ASTRAL DE LA ACTUAL RUSIA
RUSIA TRANSITOS
31 Julio 2010
RUSIA PROGRESIONES SECUNDARIAS
31 julio 2010
RUSIA TRANSITOS
27 Abril 2014
RUSIA PROGRESIONES SECUNDARIAS
27 Abril 2014
EE. UU. Y RUSIA
Sinastría
UCRANIA: UN TABLERO GEOPOLITICO
CLAVE ENTRE RUSIA Y OCCIDENTE
Durante la llamada “Revolución Naranja” una coalición pro-occidental encabezada por el ex banquero central ucraniano Viktor Yushchenko salió victorioso sobre el Partido de las Regiones, liderado por Viktor Yanukovich y partidario de las posiciones pro-rusas. Poco después, de que Kiev se hubiere distanciado de Moscú con el fin de convertirse en el más firme bastión de los aliados de América en el espacio post soviético (junto con Mikheil Saakashvili de Georgia). Desde entonces, la política exterior de Ucrania ha buscado persistentemente a las dos instituciones de la UE (Unión Europea) y de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
Ese cambio de régimen “fue evidentemente un gran revés para los intereses de Rusia”.
Prominentes neoconservadores como Charles Krauthammer declaró “Esta [la patrocinada por occidente Revolución Naranja], es básicamente para la separación de Rusia en primer lugar, y en segundo por la conquista de la democracia…” que evidentemente significa que el principal objetivo de Washington con respecto a los esfuerzos de la corona fue un incondicional apoyo al régimen en Kiev con el fin de aislar aún más a Rusia de Europa y, en definitiva, desmantelar la Federación de Rusia como un Estado-Nación.
Ese proyecto no es nuevo, fue trazado por funcionarios de inteligencia de Polonia a principios del siglo XX. En aquel entonces se llamaba ‘Prometheism’ y su metodología básica para romper en pedazos Rusia, incluido el apoyo de grupos separatistas dispuestos a antagonizar a Moscú dentro de Rusia y el territorio más allá de sus fronteras (es decir, la esfera de influencia de Rusia). El Prometheism es recargado por Zbigniew Brzezinski, cuando son atraídos los soviéticos a Afganistán mediante la trampa de los islamistas como cebo. La idea era crear una atmósfera irritante que pudiera absorber y eventualmente erosionar el poder soviético. Además, otro objetivo de esa tarea fue para instigar disturbios en la predominante población musulmana (aún oficialmente laica) las Repúblicas de Asia Central que formaban parte de la Unión Soviética: Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán.
Tras el colapso de la Unión Soviética a principios de los años 90, el Kremlin ha tratado de promover la idea de una reintegración económica en la ex Unión Soviética (la denominada zona de “extranjeros cercanos” por Moscú a través de acciones geoestratégicas), utilizando Rusia la fuerza gravitatoria con el fin de atraer otros países pertenecientes al espacio post-soviético. En sus etapas iniciales, esta cooperación podría abarcar Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán (los Estados que están más cerca de Moscú a nivel geográfico, lingüística y demográficamente). Si tuviere éxito, este proyecto podría servir como una plataforma para poner en marcha algunas otras iniciativas destinadas a mejorar este nuevo proceso de integración mediante la inclusión de más participantes y mediante el establecimiento de un sistema de defensa mutua. Este programa ha sido impulsado a través de varios organismos institucionales tales como:
La Comunidad Económica de Eurasia (EurAsEC) que incluye a Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Su objetivo principal es promover la creación de un espacio económico único en términos de comercio, inversiones, reglamentación de aduanas, control de cambio de divisas, los mercados energéticos y así sucesivamente.
La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, llamado El Pacto de Tashkent »), que abarca Armenia, Belarús, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Su carta fundacional establece que los Estados miembros no están autorizados a unirse a cualquier otra alianza militar. Este acuerdo indica que una agresión cometida contra cualquiera de los signatarios se consideraría como un ataque contra todos los miembros.
Este proyecto tiene intención de fusionar ambos Estados económico, monetario y político. Sin embargo, aún no está claro cómo se procederá a la unificación por lo que han sido los desacuerdos sobre el clima de que habrá algún tipo de confederación, o si sólo Belarús puede ser incorporado en la Federación de Rusia (región administrativa).
Se trata más bien de un foro multilateral que proporciona un espacio para promover iniciativas conjuntas y para discutir problemas comunes.
Rusia, huelga decir, posee muchos intereses en la ex Unión Soviética en términos de energía y en la cooperación militar, el desarrollo de los recursos naturales y geoestratégicos. Sin embargo, Ucrania es el más importante debido a que:
Es un Estado próximo considerado de amortiguación que impide que las fronteras europeas de Rusia sean expuestas directamente a las fuerzas de la OTAN. Hay que tener en cuenta que no existe ningún obstáculo natural considerable para atacar las fronteras occidentales de Rusia. Esta es una debilidad que fue aprovechada por los invasores como Napoleón y Adolf Hitler.
Posee agua caliente en los puertos de la Península de Crimea, como Odessa, Yalta y Sebastopol. Este último alberga la flota rusa del Mar Negro. Así, Ucrania es vital para mantener una presencia naval rusa en el Mar Negro. Crimea, por cierto, fue trasladada en 1954 de la República Soviética de Rusia a la República Soviética de Ucrania por lo que Ucrania la heredó después de la desintegración de la Unión Soviética.
Tiene la infraestructura que une Europa y Rusia, en particular los oleoductos, ferrocarriles y carreteras.
Es el hogar de un gran número de rusos étnicos e incluso una gran parte de la población de Ucrania profesa simpatías pro-rusas. Por otra parte, Rusia y Ucrania comparten algunos rasgos comunes, ya que están pobladas principalmente por los países eslavos ortodoxos. El Estado medieval denominado «Ruz de Kiev» forma parte de la moderna Rusia, Ucrania y Bielorrusia, es decir, la “Gran Rusia”, la “Pequeña Rusia” y los denominados “Rusos Blancos”, respectivamente. Así, en la mente de los estadistas de Rusia, Kiev es considerado un gobierno hostil es poco más que una aberración histórica que debe ser corregida.
La administración de Yushchenko desató la ira del Kremlin, cuando su gobierno proporcionó armas a Georgia antes de su ataque contra Osetia del Sur. Además, se ha informado de que mercenarios de Ucrania participaron en los combates en Georgia.
Por lo tanto, teniendo en cuenta todo lo anterior, Rusia no podía simplemente dejar que una coalición pro-occidental de Ucrania triunfase en los procesos electorales. Por razones de seguridad nacional a largo plazo y de estrategia geopolítica, los rusos necesitaban un régimen pro-ruso en Kiev, al igual que los americanos necesitan un gobierno amigo en México.
Moscú jugó la baza del respaldo del Partido de las Regiones, en favor de Rusia, y que es la fuerza política dominante en la parte oriental de Ucrania. El Kremlin había desplegado grandes esfuerzos para seducir (políticamente, es decir) a Yulia Timoshenko, que, incluso si no tiene el mismo sentimiento pro-ruso como el Partido de las Regiones, es muy consciente de que la imprudencia temeraria provocada hacia Rusia va en contra de los intereses nacionales de Ucrania, así que salvó la cara primeramente denunciando los comicios para después retractarse públicamente.
Ucrania experimentó un corte en su suministro de gas natural por parte de Rusia, en invierno de 2008, debido supuestamente al fracaso de las negociaciones bilaterales relativas a la fijación de precios de este combustible fósil. Esto no nos pasó inadvertido, creemos que no fue más que un experimento de “guerra energética”, que es su principal baza a jugar en un hipotético conflicto con occidente o sus antiguas repúblicas hermanas hoy tentadas por el bloque occidental. Otros Estados de Europa oriental también se vieron afectados por la acción, a pesar de que los compradores más importantes de gas natural ruso (léase Alemania) no experimentaron los mismos problemas. Todo ello señaló un esfuerzo realizado por el Kremlin para llevar a cabo una demolición controlada de Ucrania para que abandonase el gobierno pro-occidental, teniendo en cuenta que Ucrania celebraría elecciones presidenciales a principios del presente año. Con esta maniobra, Moscú presionaba a la UE y el dúo Putin - Mevdeved expresaba con su mayor contundencia, que tenía previsto avanzar en sus principales objetivos geopolíticos.
El Kremlin ha recurrido a todas las opciones disponibles a su alcance para derrotar a los pro-occidentales de las facciones políticas en Ucrania (es decir, para evitar que Viktor Yushchenko fuese reelegido). Ahora, con el Partido de las Regiones, liderado por Viktor Yanukovich ganador de las pasadas elecciones el 20 de febrero, y partidario de las posiciones pro-rusas Moscú tiene muchas herramientas a su disposición que puede utilizar para ganar esta batalla geopolítica crítica. Rusia puede:
Explotar la dependencia de Ucrania de la energía rusa
Negociar con Occidente una desventaja geopolítica (es decir, que Europa abandone Ucrania a cambio del abandono ruso de Irán).
Capitalizar el sentimiento pro-ruso y movilizar el apoyo político para las fuerzas ucranianas de orientación pro-rusa, principalmente por el Partido de las regiones, e incluso por Yulia Timosehnko.
Utilizar los medios de comunicación en ruso que operan en Ucrania.
Emplear los organismos de inteligencia de Rusia y explotar los activos que se han desarrollado en Ucrania.
Manipular las oligarquias de Rusia como un instrumento de la política exterior y como un vehículo para promover los intereses de Moscú en Kiev.
Con la victoria de Viktor Yanukovich , Rusia, en efecto, se anota una gran victoria geoestratégica ya que Ucrania volverá de nuevo a la esfera de influencia rusa. Esto también significa el fin de las intenciones de América para lograr el ingreso en la OTAN por parte de Ucrania. Del mismo modo, este éxito podría convertirse en un catalizador para desencadenar una nueva (re) integración en el espacio post-soviético. Con Viktor Yanukovich Ucrania podría ser invitada a adherirse a la OTSC, EurAsEC, la Unión de Rusia y Bielorrusia e incluso la OCS (Organización de Cooperación de Shangai).
Ante cualquier revés o “golpe de mano” Putin y Medvedev todavía serán capaces de recurrir a medios militares para garantizar que los intereses rusos en última instancia, prevalezcan. El uso de la fuerza en el anexo correspondiente a la parte oriental de Ucrania (que es pro-rusa y altamente industrializada) no debe ser desechada. Ha habido muchos rumores en relación con la distribución de pasaportes rusos en Crimea y Ucrania oriental. En caso de problemas en contra de los objetivos e intereses de los ciudadanos rusos, al ser estos titulares de un pasaporte ruso, Moscú podría intervenir invocando a la protección de sus propios ciudadanos como una razón de ser. Aquí, uno debe tener en cuenta que la defensa de los intereses nacionales de Rusia es parte integrante de la llamada “Doctrina Medvédev”.
Moscú también ha tomado otras resoluciones que pueden utilizar para forzar un entendimiento con Washington y Londres. Una negociación que podría ser especialmente útil son los vínculos establecidos con Irán por parte de la Federación de Rusia. Moscú es el principal proveedor de armas nucleares de Teherán y la Agencia Rosatom se encarga de completar la planta nuclear de Busher, actualmente paralizada por Moscú. El Kremlin podría sugerir un acuerdo con los EE.UU. y el Reino Unido, es decir, Irán, a cambio de Ucrania.
El papel de Rusia en la geopolítica de Oriente Medio no debe ser desestimado bajo ningún concepto. Algunos analistas interpretan la decisión de Moscú de vender el sistema S-300 de defensa aérea a Irán como una simple venganza contra los EE.UU. por el suministro de armamento y apoyo de asesores militares que brindaron a Georgia. En 2003, la invasión anglo-estadounidense de Irak proporcionó a Moscú una rentable oportunidad para incrementar su propio poder, porque los EE.UU. se distrajeron a la hora de realizar acciones diplomáticas, con la invasión de Irak.
Una posible invasión por parte de EE.UU. en Irán no sería necesariamente para Rusia un quebradero de cabeza en absoluto, ya que el teatro de operaciones, para los americanos, sería definitivamente mucho más difícil que Irak porque es más grande territorialmente, su geografía es más compleja, y tiene un mayor grado de cohesión interna (aunque no es étnicamente homogénea) aparte de tener un arsenal armamentístico mejor equipado y mucho más grande. De cualquier manera, puede ser un plato muy apetecible tanto para Israel como para los EE.UU.
En el caso de Israel decida atacar a Irán, cuenta con la asistencia de los EE.UU., tal situación podría dar lugar a un atolladero que encerraría a los estadounidenses en suelo iraní. Esto implicaría una ventaja geoestratégica para los rusos, Persia se convertiría en una especie de “agujero negro” que atraparía una enorme cantidad de recursos de América en términos de tropas, fondos y en su poder de proyección en general. Rusia, por lo tanto tiene una oportunidad de consolidar su poder en el espacio post-soviético.
Otra opción es incrementar la participación Rusa en los EE.UU. (léase el continente americano), apoyando abiertamente a los regimenes hostiles e incluso alimentando la inestabilidad en México. Moscú se ha dedicado en estos últimos tiempos a estrechar los lazos con América del Sur y con el Caribe que eran, hasta hace poco, considerados como el “patio trasero” exclusivo de Washington.
El caso de Venezuela es digno de mención, ya que se ha convertido en un importante comprador de equipo militar ruso. Venezuela ha comprado tanques, aviones de combate, fusiles de asalto, así como otro tipo de armamento a Rusia. Moscú y Caracas han profundizado en su cooperación hasta el punto de que el suelo venezolano ha acogido a los bombarderos estratégicos de largo alcance de Rusia, así como a los buques militares.
Moscú así ha conseguido un asentamiento provisional, y digo provisional ya que se conoce que la estabilidad del presidente venezolano Hugo Chávez es incierta. La dramática caída de los precios del petróleo ha sido un problema para Venezuela debido a que las exportaciones son su principal fuente de ingresos y, por tanto, estas proporcionan los fondos necesarios para financiar las ambiciosas políticas públicas. Independientemente de esto, Rusia se dispone a colaborar con Venezuela con el fin de aplicar una buena dosis de presión geopolítica a los EE.UU. en su propio continente, mientras EE.UU. hace lo propio en Colombia.
El gobierno ruso también se ha convertido en un gran amigo de Nicaragua. En realidad, además de Moscú, Managua es la única capital que ha concedido a Abjasia y Osetia del Sur reconocimiento diplomático. Es previsible que a lo largo del presente año, convenzan a Washington para que deje de jugar con los intereses de Rusia en Eurasia, de no ser así el Kremlin tratará de llevar a cabo más vínculos de cooperación (comerciales, diplomáticos, venta de armas, etc.), con algunos otros países de América Latina, los gobiernos proclives a mostrar sus ideas anti-americanas, como pueden ser Ecuador, Bolivia e incluso Paraguay.
La devastación que sufrió Cuba a causa de los fenómenos meteorológicos, supuso una mayor vinculación con Rusia, por la ayuda prestada, aparte de suponer un incremento de su presencia en el Caribe e incluso de ejercer cierta influencia en las eventuales reformas económicas y políticas en la isla. De hecho, el Kremlin participa financieramente y logísticamente en la reconstrucción de Cuba. Es lógico que por ello reciban una compensación generosa y agradecida de La Habana.
Ha habido cierto debate ruso-cubano en relación con la intención de reforzar los lazos entre ambos Estados, en particular en ámbitos como la cooperación en materia de defensa. Moscú ha contemplado la posibilidad de estacionar bombarderos estratégicos, aviones de combate y submarinos, tal vez incluso en la misma isla caribeña, así como la apertura de instalaciones de comunicación electrónica como medio estratégico. Con la contribución del Kremlin en la reconstrucción de Cuba, Rusia abre una ventana para avanzar en esos objetivos.
Uno puede concluir razonablemente que Rusia tiene muy buenas oportunidades para hacerse con Ucrania. Putin y Medvedev tienen muchas herramientas a su disposición con el fin de hacer prevalecer en última instancia los intereses de Rusia. El Kremlin ha desarrollado una estrategia integral diseñada para convencer a los europeos y los americanos que tienen que tomar en consideración los deseos de Moscú. En caso contrario, se tendría que hacer frente a muy graves repercusiones.
AMÉRICA INDOLATINA Y EURASIA
Si, atrapados entre las necesidades de orden estratégico (control de Rusia y de China en Eurasia, de Brasil , de Argentina y del área del Caribe en su propio hemisferio) y una profunda crisis económico-financiera, los EEUU parece que están confusos y oscilan entre una política exterior incluso más agresiva y muscular respecto al pasado reciente y una reconsideración realista de su propio papel mundial, los mayores países eurasiáticos, Rusia y China a la cabeza, y los más importantes países sudamericanos, Argentina y Brasil, parecen cada vez más conscientes de sus propias potencialidades económicas, políticas y geoestratégicas.
RELACIONES EXTERIORES DE CHINA
SU DEPENDENCIA ENERGÉTICA
La emergencia económica de China (en ese caso podríamos hablar con mayor precisión de reemergencia, tras casi un siglo de escasa relevancia internacional) e India, ha disparado los precios del petróleo y del gas en los mercados internacionales al aumentar enormemente la demanda, y ha obligado a reestudiar el panorama del futuro de las fuentes de energía de origen fósil. Las demás naciones industrializadas, dependientes del petróleo, han visto claramente el riesgo que supone competir con estas naciones que presentan un fuerte crecimiento interno y una población que supone una cuarta parte del total mundial. Los riesgos son evidentes: escasez y altos precios que podrían frenar el crecimiento de las naciones desarrolladas. Las naciones asiáticas se encuentran, no obstante, más preparadas al respecto, ya que disponen de grandes reservas de divisas, políticas fiscales y monetarias consolidadas, y una economía flexible.
Desde hace décadas China tiene unas tasas de crecimiento económicas cercanas al 10%. Este crecimiento exige energía. Actualmente China emplea carbón, materia en la que es autosuficiente, a partir del cual obtiene el 70% de su energía primaria. Se trata de una fuente poco eficiente y muy contaminante, pero de la cual dispone de grandes reservas. China es el segundo consumidor mundial de petróleo, pero lo que caracteriza su consumo son las altas tasas de crecimiento anual (en 2004 un 16%). El petróleo supone un 25% de la energía primaria y el gas se espera que alcance un 10% en los próximos años. Por otra parte encontramos un aumento fuerte del parque de vehículos. En un país tan grande, en 1999 las ventas internas no superaban las 250.000 unidades. En 2003 llegaron a los 2 millones y se prevé que el mercado automovilístico chino sea el segundo del mundo en 2015. También destacan las industrias intensivas en energía: cemento, acero, aluminio, industria química, etc.
China produce petróleo (incluso exportaba en los años setenta), pero desde 1993 necesita importar. El crecimiento de su producción es lento. Los campos principales se están agotando y las perspectivas de futuro, que están en el mar, no parecen ser suficientes para la voracidad del gigante asiático. La única noticia positiva es el descubrimiento, en 2005, de un yacimiento de gas y petróleo en Xinjiang, al noroeste de China, que duplicaría las reservas chinas. Con todo, la inversión necesaria para la extracción sería cara, y todavía hacen falta muchos años para poder producir a pleno rendimiento.
El consumo de energía por habitante de China es cuatro veces menor que Japón o Alemania y siete veces menor que Estados Unidos. Esto es propio de países en vías de desarrollo, con lo que se puede esperar una nivelación y, en consecuencia, unas altas tasas de crecimiento en el corto y medio plazo. La eficiencia energética es baja en Asia: por cada unidad del PIB producida, los países en desarrollo de Asia emplean 3,2 veces más energía que la media de los países del G7.
China va a aumentar su consumo de petróleo por varias razones. Por su crecimiento económico sostenido (se espera un crecimiento del 7-5% del PIB en los próximos diez años), por la reducción progresiva del carbón como fuente primaria de energía por el petróleo (debido a la fuerte contaminación ambiental) y por la creación de la reserva estratégica. En 2004 se decidió crear una reserva estratégica de petróleo que alcance los 35 días de importaciones (unos 100 millones de barriles) para 2008 e ir aumentando estas reservas progresivamente.
Por otra parte, ha lanzado un gran programa de instalación de cinco centrales nucleares, con 4.220 megavatios. Esta potencia elevará el peso nuclear en el país asiático en un 70%. El moverse hacia otras fuentes como el gas o las renovables también está en la mente de los chinos. El gas ofrece una fuente más limpia y acuerdos más a largo plazo (más estabilidad de suministro y precios).
China depende para su crecimiento económico de una entrada estable, con rutas seguras y a precios asequibles de fuentes de energía. Éste es el concepto de seguridad energética. Para ello tiene que moverse por el mundo buscando países proveedores que le garanticen cierta estabilidad, así como expandir las fuerzas navales para garantizar el tráfico marítimo, ya que la mayor parte de las fuentes de energía vienen por mar. Ello condiciona la política exterior de Pekín. Al buscar las fuentes de energía en el exterior se encuentra con otros países que también buscan lo mismo, como Estados Unidos, y pueden surgir conflictos. La dependencia del petróleo importado genera vulnerabilidad energética, por lo que la política energética se ha convertido en prioritaria para Pekín. En 2003 se creó una agencia central para mejorar la seguridad energética de China, la Oficina Estatal de Energía (que reemplazaba al Instituto de Energía, dependiente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma), con lo que se pretendía dotar a la política energética china de claridad, autoridad y visión estratégica. Entre las medidas contempladas en el plan quinquenal (2006-2010) se incluyen la contención de la demanda mediante el ahorro, aumento de la eficiencia energética, desarrollo de nuevas fuentes de energía, explotación más eficaz de los recursos, mejora de la red de transporte y apertura del sector a la inversión privada.
La política de China respecto al aprovisionamiento de fuentes de energía se basa en realizar acuerdos comerciales o directamente adquirir intereses en empresas extranjeras. China busca controlar, en lo posible, la extracción para tener en sus manos toda la cadena de producción, transporte, refino y distribución, garantizando de esta manera la seguridad energética. Siendo las empresas petroleras chinas estatales, para algunos autores no está claro si el gobierno decide la estrategia y emplea sus empresas como herramientas de una política organizada, o si son las propias empresas las que intentan lograr el respaldo diplomático de Pekín. Las tres principales empresas petroleras chinas son la CNPC (China National Petroleum Corporation), la CNOOC (China National Offshore Corporation) y Sinopec. Al comprar a alto precio accesos a yacimientos, China podría estar mirando a largo plazo el controlar los precios. En una primera fase, las compañías petroleras chinas buscaron posicionarse en yacimientos ya existentes comprando derechos de concesión, con el objetivo de reducir riesgos y aprender. Posteriormente buscaron nuevas explotaciones con el fin de integrar todo el proceso, desde la extracción, transporte, refino y comercialización y así poder controlar los precios en el largo plazo. En 2005 la petrolera china CNOOC intentó comprar la estadounidense Unocal. Pero la compra no cuajó por las presiones contrarias del Congreso de Estados Unidos que aprobó una resolución oponiéndose a la venta por razones de seguridad nacional. Finalmente fue comprada por la también estadounidense Chevron-Texaco.
La estrategia que sigue para introducirse en un país, sobre todo en África y América Latina, es una diplomacia respetuosa con los asuntos internos (no ingerencia), asistencia financiera y proyectos de infraestructuras. Esta forma de “poder blando” contrasta con las exigencias de las naciones occidentales en materias de democracia y derechos humanos. China es mucho más pragmática, y ha dejado de lado los matices intervencionistas o ideológicos en las relaciones comerciales.
CHINA Y ASIA
Asia Central supone en la actualidad un 15% de sus importaciones de petróleo. Asia Oriental es en general importador neto. Únicamente Malasia y Vietnam (Indonesia pasó a ser importador neto en 2004) exportan, pero poco. Con todo, las escasas reservas por explotar han sido origen de fricciones entre países y han originado reclamaciones territoriales. China mantiene contenciosos con Japón y con Vietnam por islas situadas en zonas donde podría haber petróleo, en el Mar del Este y Sur de China.
Sin embargo, parece que la cooperación está funcionando en un área donde no abundan las organizaciones regionales. Es el caso de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que tiene un claro componente energético y de seguridad y en el que participan China, Rusia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán. Tenemos el ejemplo del área de libre comercio entre ASEAN y China, que facilita el acceso chino al petróleo de Indonesia y Malasia. O la iniciativa de Quingdao (2004) sobre cooperación energética, integrada por 22 países asiáticos. Esta iniciativa promueve una mayor cooperación en diversos asuntos como exploración y explotación, conservación de la energía, eficiencia energética, energías renovables, creación de reservas estratégicas, transportes, etc. Con acuerdos puntuales también se pone de manifiesto la tendencia a la cooperación frente al conflicto, como es el caso del acuerdo firmado en 2005 entre China, Vietnam y Filipinas para realizar prospecciones conjuntas en el Mar del Sur de China. O el acuerdo firmado también en 2005 entre China y la India de cooperación estratégica en materia energética. Esto iría contra los intereses estadounidenses de impulsar a la India como una potencia regional en Asia capaz de contrarrestar a China. Los grandes países (China India, Japón y Corea del Sur) tienen intereses similares en cuanto a estabilización de la zona, y necesidades energéticas igualmente compartidas. Dichas necesidades comunes podrían fortalecer la interdependencia y la integración regional.
Rusia en 2004 dio prioridad al oleoducto que finalizaba en el Pacífico, orientado al mercado japonés, sobre el preferido por los chinos. A cambio Moscú garantizaba el suministro de crudo por carretera hasta que se finalizase el oleoducto que debía comunicar con China. Ésta última tiene su vista puesta, además de en el petróleo y gas ruso, en la zona del mar Caspio donde podrían encontrarse unas reservas comparables a las de Oriente Medio. La presencia militar estadounidense en Asia central (Kirguizistán y Uzbekistán) es vista como peligrosa por las autoridades chinas por el riesgo de bloqueo del suministro por el futuro oleoducto (en caso de conflicto en Taiwán).
CHINA Y ORIENTE MEDIO
La invasión americana de Irak en 2003 puso en peligro las inversiones chinas realizadas durante el régimen de Sadam. Irak es uno de los países con mayores reservas de petróleo y hoy está controlado por Estados Unidos. La hegemonía americana en la zona ha hecho que los chinos traten de reducir la dependencia de la zona, evitando el conflicto de intereses con Estados Unidos. Al respecto, China ha seguido una estricta neutralidad en el conflicto palestino-israelí.
El enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita ha sido aprovechado por China para reforzar sus lazos con esta monarquía. Las ventas de petróleo de Arabia Saudita a Estados Unidos alcanzaron su máximo en 2002, año en el que empezaron a crecer las exportaciones a China, momento en el que se incrementa el comercio entre las dos naciones en un 60%. En general parece que China trata de alejarse de Oriente Medio para soslayar la hegemonía americana, buscando alternativas en América Latina y África. No obstante, dado que las mayores reservas probadas de petróleo se encuentran sin duda en Arabia Saudita, este país no puede ser olvidado en una estrategia a largo plazo. Se prevé que las importaciones del Oriente medio en 2030 puedan situarse en torno a un 45% de las totales chinas.
En Irán tiene China grandes intereses, pues en 2004 adquirió derechos sobre un importante yacimiento. Anteriormente lo había intentado, pero las presiones estadounidenses habían logrado frenar la penetración china en este país. Irán representaba en 2001 un tercio de las importaciones de petróleo chino. La actual política norteamericana, agresiva con el régimen de Teherán por su programa nuclear, supone un factor de riesgo para Pekín en este sentido.
En esta región el transporte no deja de ser un problema: las rutas marítimas que emplean el Estrecho de Ormuz corren el riesgo de un bloqueo por parte de Estados Unidos si se produjese algún incidente, como, por ejemplo, un eventual conflicto bélico con Taiwán, o una invasión militar en Irán.
CHINA Y AMÉRICA LATINA
China comienza a interesarse en los años 90 en serio por América Latina, región en la que Estados Unidos y Europa eran las principales fuentes de Inversión Extranjera Directa. Al igual que en el caso de África, unas deficientes infraestructuras no desaniman la presencia china en busca de petróleo. Pero la entrada de inversiones chinas en América Latina es contemplada con suspicacia por los Estados Unidos, que han visto decaer su influencia y han sido testigos de cambios de gobiernos caracterizados por su distanciamiento de los valores norteamericanos. Por ello, el gobierno chino ha tratado de no crear tensiones con Estados Unidos al ir tejiendo una red de acuerdos comerciales y de cooperación (incluso un acuerdo de libre comercio con Chile) con los países de la zona. En este entorno China representa una potencia con unos valores diferentes y con una trayectoria de crecimiento económico alternativa al modelo occidental.
Hablamos aquí de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil. Las empresas nacionales chinas podrían llegar a desplazar a las empresas privadas internacionales (caso de Venezuela y Bolivia). En Perú, la compañía china CNPC es la segunda productora de petróleo, y en Brasil ha firmado acuerdos con la empresa estatal Petrobras. En Ecuador y Venezuela también hay acuerdos de colaboración, sobre todo en este último país, donde China se ha fijado importar para el 2010 medio millón de barriles de crudo diarios.
Todo esto viene acompañado de inversión en infraestructuras, de la venta de productos de tecnología media y baja, y del requisito del no reconocimiento diplomático a Taiwan. También existen acuerdos de venta de armas o transferencia de tecnología y formación militar a los países de la zona por parte de China, para compensar en parte la suspensión de los acuerdos de colaboración de Washington.
CHINA Y ÁFRICA
Durante los primeros años de la República Popular, China apoyaba los movimientos de independencia y liberación de lo que serían las nuevas naciones de África. Vínculos ideológicos que se apuntalaron en la Conferencia de Bandung (1955). Se trataba de una contienda ideológica que enfrentaba a las naciones pobres del Sur con las naciones industrializadas y ricas del Norte. Y China se presentaba a sí misma como una nación del Sur. Pero actualmente este discurso ya no es tan creíble, pues si bien en términos de PIB por habitante, China se encuentra entre los países en vías de desarrollo, su potencial económico, su crecimiento, su lugar entre las grandes potencias económicas o su asiento permanente con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, marcan una distancia respecto a los países pobres. Pero mientras llegue el gigante asiático construyendo hospitales y redes ferroviarias, formando a técnicos y médicos, vendiendo armas y ofreciendo asesoramiento militar, sin preguntar por los derechos humanos, es bien recibido. La única condición que impone Pekín es el reconocimiento de una sola China. Y lo ha ido logrando. Únicamente cinco países africanos reconocen a Taiwán, con quien mantienen relaciones diplomáticas, al igual que con China.
A partir de la década de los ochenta, tras las reformas que se iniciaron a la muerte de Mao, el vínculo de China con África se mantuvo, pero cimentado menos en la ideología revolucionaria y más en la relación comercial. En los años 90 la estrategia se basaba en la concesión de créditos blandos, la confianza, la igualdad de soberanía, la no injerencia, el desarrollo y beneficio mutuo, y la cooperación. El Foro de Cooperación China-África es el marco donde se entretejen estas relaciones.
Actualmente, el principal interés de China en África es el petróleo. África produce el 11,4% del petróleo mundial. Y China importa actualmente cerca del 20% de su petróleo de África. China compra a Sudán la mitad de su producción desde hace años (que también controla) y es, en este país, inversor principal. Angola, segundo mayor productor del África subsahariana, ha desplazado recientemente a Sudán como primer socio energético. China ha invertido en infraestructuras desde 2004 con objeto de consolidar las relaciones con este país, que vende la mitad de su producción a Estados Unidos. Recientemente China ha entrado en Nigeria, primer suministrador de petróleo del continente, firmando acuerdos para explotación de yacimientos. Igualmente ha firmado Pekín acuerdos con Guinea Ecuatorial y Gabón, y está realizando exploraciones en Mali, Mauritania, Níger, Etiopía, República del Congo y Chad.
La estrategia de China es evitar el inestable Oriente Medio, dominado por la presencia de los Estados Unidos. En África, donde también la potencia hegemónica tiene intereses junto a los europeos y Japón, China ha tratado de acercarse a los países a los que las empresas occidentales no han querido ir, por inestabilidad o imposición de sanciones económicas, dando así una oportunidad de negocio a dichos países marginados (China inició su búsqueda de petróleo en Sudán y no en el Golfo de Guinea). Pero hoy los intereses energéticos de China y los de Estados Unidos comienzan a entrar en conflicto en África. Según algunos analistas, Estados Unidos estaría buscando incrementar sus importaciones de petróleo de la región.
China también ha mantenido contactos con Libia, considerado hasta hace muy poco como un estado que apoyaba el terrorismo internacional. En Libia, como también en Argelia y Mauritania, participan las empresas chinas a través de adjudicación de licencias de exploración con el régimen de reparto de producción.
CHINA Y EL MUNDO
CONFLICTOS
En el futuro, el acceso a las fuentes de energía condicionará (ya lo está haciendo) las relaciones entre los estados. Se establecerán alianzas con países cuyo único bien serán sus yacimientos. Se cooperará (o no) para estabilizar las rutas, las zonas de extracción, los mercados. Los movimientos que realiza y realizará China por asegurar el suministro de fuentes de energía (petróleo y en menor medida gas), suponen un impacto en la geopolítica mundial.
La dependencia de Oriente Medio presenta problemas como la vigilancia y presencia militar estadounidense, la inestabilidad de la zona, la fuerte competencia (no solo estadounidense sino también de Japón, India o los países europeos), el transporte a través del estrecho de Ormuz, que podría ser objeto de bloqueo por parte de los Estados Unidos.
El acercamiento de China a países como Irán, Sudán, Myanmar, Uzbekistán, Rusia, Venezuela, y Arabia Saudita preocupa a Estados Unidos por ser considerados países conflictivos. La cooperación militar y la venta de armas a estos países se ven con especial recelo. China vende armamento a Guinea Ecuatorial, un país poco ejemplar en su gobierno. También ha financiado los gastos de la exploración conjunta en Kenia, con un gobierno acusado de corrupción por Occidente, y cuyas recientes elecciones han sido contestadas y han degenerado en un violento enfrentamiento entre etnias. Ha vendido armamento y vehículos militares a Sudán. La posibilidad de vetar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas propuestas lesivas a los intereses de estos estados, como por ejemplo, una resolución de condena por el genocidio de Darfur, es un arma que China puede emplear para ganarse la confianza de estos estados. Pekín apoya, en el proceso de reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la petición africana de dos asientos permanentes con derecho de veto y dos asientos no permanentes. Aunque recientemente China ha dado una respuesta positiva a las presiones internacionales de Estados Unidos y la UE, suprimiendo a Irán y Sudán de la lista de países ricos en recursos naturales elegibles.
En 2007 tuvo lugar la revuelta de los monjes budistas contra el gobierno de Myanmar. Una represión terminó con el movimiento en uno de los países más cerrados y autoritarios del mundo. China se opuso a una condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. China tiene intereses económicos en el país. Entre otros, está en estudio la construcción de un oleoducto desde el puerto de Sitwe hasta la provincia china de Yunan para esquivar el peligroso y congestionado estrecho de Malaca.
Si China tuviese problemas de abastecimiento, esto podría causar retrasos en su crecimiento económico. Dada la interdependencia mundial, esto ocasionaría daños globales económicos. Pero también serían fuente de inestabilidad social interna que preocuparía al resto del mundo.
China otorga ayudas y préstamos a países sin condicionarlos a buen gobierno o respeto por los derechos humanos. Concede préstamos a países que ya han sido deudores de instituciones financieras internacionales y cuya deuda fue condonada (caso reciente de la República Democrática del Congo). Es lo que Moisés Naím llama Rogue Aid. Pero esto fue algo que hizo durante décadas tanto la Unión Soviética como Estados Unidos. Hoy tenemos el caso del apoyo económico de Estados Unidos al régimen pakistaní o de Venezuela a Cuba.
CONCLUSIONES
Los chinos tienen la percepción de que la disputa con Estados Unidos por el petróleo es un juego de suma cero, en el que unos ganan lo que otros pierden. Actualmente el poderío militar norteamericano es incontestable y Pekín actúa con gran cautela allá donde los intereses de las dos potencias entran en conflicto.
China está actuando en las naciones en vías de desarrollo de manera que suponga un atractivo para ellas. Al ofrecer créditos, inversiones y abrir mercados sin preguntar por libertades, estado de derecho o derechos humanos, muchos gobernantes se sienten más cómodos que frente a los Organismos Financieros Internacionales u otras potencias. A la vez abre mercados para sus productos y para sus empresas que se llevan los contratos de infraestructuras y ponen la mano de obra, cercenando posibles vías de desarrollo local.
La India se encuentra en un camino parecido. Crecimiento económico elevado y aumentos apreciables de consumo de recursos energéticos, de los que apenas dispone. En esta coyuntura, solo una cooperación, tanto a nivel regional como a nivel global, podrá prevenir conflictos y tensiones que pudiesen desembocar en guerras.
La energía se configura como un poderoso elemento de seguridad y como moneda de cambio en las relaciones internacionales.
LA UNIÓN EUROPEA Y LA ENERGÍA
La energía esta pasando de ser considerado un tema técnico de soft politic a ser tratado como un tema estratégico de high politics. Prueba de ello es que se encuentran menciones a la seguridad energética, tanto en la Estrategia Europea de Seguridad (2003, página 3) como en la National Security Strategy of the United States (2002, páginas 19 y 20). El modelo energético de las naciones desarrolladas es fuertemente dependiente de los hidrocarburos y modificarlo, en el caso de que exista voluntad, requerirá bastante tiempo. Mientras se produce la transición, el mundo seguirá necesitando hidrocarburos, facilitando de esta manera a los países productores un arma valiosa para ganar peso a nivel internacional. Los incrementos en los precios del petróleo, por otra parte, se traducen en inflación creciente y en un obstáculo para el crecimiento económico de las naciones consumidoras.
Fig. 1
El consumo de energía a nivel mundial crece a un ritmo del 1,6% anual debido, fundamentalmente, al crecimiento de las economías de países como China e India, que están viendo tasas de crecimiento económico anual cercanas al 10%. En el caso del petróleo, del que dos terceras partes se emplean para el transporte y donde es más difícil su reemplazo por otra fuente de energía, este incremento es del 8,6%. Para el 2030 las necesidades energéticas mundiales serán un 50% superior a las de 2006, en un contexto de modelo energético basado en los hidrocarburos, materias primas energéticas limitadas. Según algunos estudios, el ritmo actual de consumo no se compensa con el hallazgo de nuevos yacimientos en el caso del petróleo. El llamado peak-oil, el momento en el que se han consumido la mitad de las reservas (mundiales o de un país) y la producción empieza a caer, algunos expertos lo sitúan a nivel mundial para 2010. Desde 1981 las nuevas reservas que se descubren son inferiores al aumento del consumo. En 2006 había reservas probadas de petróleo para al menos 42 años al ritmo de consumo de entonces. Las reservas actuales mundiales de gas natural son de 65 años al ritmo de consumo actual.
Fig. 2
A nivel mundial, la necesidad de inversión en infraestructuras a largo plazo es un asunto que puede poner en riesgo los suministros de hidrocarburos. Se estima que son necesarios 6 billones de dólares en infraestructuras para la extracción y el transporte de petróleo y gas hasta el año 2030. Este problema es especialmente delicado en el caso ruso.
La aproximación europea al tema de la seguridad energética está más basada en buscar un entorno normativo fiable que garantice un comercio seguro y transparente, mientras que la aproximación estadounidense se está orientando más hacia un incremento de la militarización y de los acuerdos estratégicos. La Unión Europea ha firmado un gran número de acuerdos, tratados y asociaciones con países vecinos o lejanos (países africanos, países OPEC), para tratar de lograr un marco estable de normas en materia energética (normas basadas en las comunitarias), como la iniciativa de Bakú, la iniciativa del Mar Negro, etc. Opina Gigoriev que la mejor manera de lograr que las empresas extranjeras se adapten a las normas europeas no es tanto la firma de acuerdos y tratados sino la apertura del mercado, lo que implica grandes inversiones para los recién llegados y la obligación de cumplir la normativa.
La tabla de la figura 1 muestra las fuentes de energía empleadas en la Unión Europea-27 tanto para la producción de electricidad como para el transporte. Para satisfacer dicho consumo energético, la Unión Europea debe importar materias primas energéticas en las proporciones que indica la tabla de la figura 2. Los porcentajes de gas y petróleo importados son crecientes y estimaciones recientes sitúan para el 2025 las importaciones de petróleo en un 90% del consumo, mientras que en el caso del gas llegarán a un 80%
De todas estas importaciones, la mayor parte corresponde a dos países cercanos y con características muy diferentes, Noruega y Rusia, como vemos en la tabla de la figura 3. La dependencia frente a Noruega no genera sensación de vulnerabilidad pero sí frente a Rusia. La diversificación no reduce la dependencia, pero sí la vulnerabilidad que es lo que más preocupa a los países importadores.
Fig. 3
En torno al tema de la energía, tenemos que tener en cuenta dos aspectos importantes a nivel europeo. Por un lado la reducción de gases de efecto invernadero (el CO2 de la combustión de hidrocarburos fósiles es uno de los principales responsables) con el objetivo de luchar contra el cambio climático y por otro la seguridad en el abastecimiento. Para lograr ambos objetivos es importante una reducción en el uso del petróleo y del gas, fundamentalmente a partir de un mayor uso de las energías renovables (la nuclear también contribuiría en la misma dirección, pero plantea problemas en cuanto a la seguridad y el tratamiento de los residuos), actualmente subvencionadas para promocionar su desarrollo, así como una mejora de la eficiencia energética. La mejor manera, según Gault, de mejorar la seguridad energética europea sería llevar este tema sobre los hombros del cambio climático, ya que las medidas que contribuyen a luchar contra éste son igualmente útiles para el primero. Una mayor diversificación de los países de aprovisionamiento contribuiría a mejorar la dimensión de seguridad.
También debemos considerar el lograr un auténtico mercado interior único de la energía, para lo cual hacen falta mejores infraestructuras que garanticen la interconexión así como eliminar el proteccionismo de los estados hacia sus grandes empresas nacionales. Una interconexión efectiva de las redes eléctrica y gasística, unas reservas estratégicas gestionadas de manera conjunta, y un mercado abierto, harían repercutir los problemas y los beneficios del mercado a todos los estados por igual, europeizando la cuestión. Con ello se mejoraría la percepción de problema compartido y se estaría más cerca de lograr una política energética común, cuya gran ventaja sería lograr una voz única en las negociaciones con países exportadores. Integración sectorial que podría dinamizar el proceso de integración europea y potenciar la política exterior común dando credibilidad a la Unión Europea según las teorías neofuncionalistas. Las raíces de la integración europea se encuentran, no lo olvidemos, en la energía: tanto la CECA como el EURATOM tienen bases energéticas. La Comisión considera que éste es el buen camino y ya ha recriminado a casi todos los países por sus prácticas obstruccionistas en cuanto a la libre competencia, dado que la concentración del sector energético y el apoyo estatal afectan a la competencia. Gault también es partidario de reforzar la interdependencia en el sentido de liberalizar el mercado interior, incluso para operadores extranjeros.
Sin embargo no todos lo ven así. Según Youngs, para muchos ministros de energía europeos, el tema de la seguridad energética es más un asunto de reducir la dependencia externa que de reforzar la interdependencia en los mercados. Por otra parte, la liberalización es la manera natural y más económica de lograr seguridad energética para los gobiernos, pero no para las empresas. Un mercado realmente liberalizado exigiría una gran inversión en infraestructuras que llevaría años.
El gas es más dependiente de las redes de transporte que el petróleo. Apenas un 7% del transporte del gas mundial se realiza empleando el GNL (gas natural licuado), pero su uso se irá incrementando con el tiempo. Esta técnica permite, a presión atmosférica y baja temperatura, llevar el gas al estado líquido en instalaciones especiales para poder despacharlo en buques metaneros. Ello exige que en el lugar de destino haya estaciones de regasificación lo que se traduce en alto coste de inversión en instalaciones y durante el transporte. En la Unión Europea solo hay instalaciones de este tipo en España, Italia, Francia, Bélgica y Portugal. La mayor parte del comercio mundial de gas es, por esta razón, regional. No ocurre lo mismo con el petróleo, que funciona en un mercado global por la mayor sencillez de transporte en forma de crudo (sin refinar) tanto por oleoducto como a través de petroleros.
No debemos olvidar que parte del problema de la seguridad energética en el modelo europeo actual recae en las redes de distribución a través de oleoductos y gasoductos. Éstas entrañan vulnerabilidad añadida al suministro energético al realizarse en ocasiones el tránsito a través de terceros países que pueden, o bien no garantizar la seguridad de los conductos al verse estos afectados por inestabilidades internas, o bien tratar de ejercer presión amenazando con cortar el suministro.
El tratado constitucional incluía una base jurídica, el artículo III-256 que permitía el desarrollo de una política energética europea con competencia compartida El Tratado de Lisboa, en el artículo 2c hace referencia a la energía como competencia compartida entre los estados miembros y las instituciones comunitarias. Así mismo en el artículo 100 (del tratado de la Unión Europea, pues el tratado de Lisboa no es sino una modificación más) se dice: “Sin perjuicio de los demás procedimientos establecidos en los Tratados, el Consejo, a propuesta de la Comisión, podrá decidir, con un espíritu de solidaridad entre Estados miembros, medidas adecuadas a la situación económica, en particular si surgieren dificultades graves en el suministro de determinados productos, especialmente en el ámbito de la energía”. Se sustituye el Título XX y en el modificado aparece un artículo 176A, en el que se definen los objetivos de la política energética de la Unión Europea, que son: garantizar el funcionamiento del mercado de la energía; garantizar la seguridad del abastecimiento energético; fomentar la eficiencia energética y el ahorro energético así como el desarrollo de energías renovables; y fomentar la interconexión de las redes energéticas.
La Comisión propuso en 2000 dicha base jurídica pero los estados no la aceptaron. El mismo año la Comisión adopta el Libro Verde, “Hacia una Estrategia Europea de Seguridad del Abastecimiento Energético”, en el que se pone de manifiesto la dependencia energética respecto a países terceros y los riesgos que ello conlleva. En 2005 la Comisión adopta un nuevo Libro Verde sobre energía. Y en 2006, a petición del Consejo Europeo de Hampton Court, la Comisión adopta otro Libro Verde, “Estrategia Europea para una Energía sostenible, competitiva y segura” que pone las bases de una política energética europea: competitividad y mercado interior, solidaridad y política exterior. En junio de 2006 la Comisión y el Alto Representante para la Política Exterior presentaron un documento conjunto “Una Política Exterior al Servicio de los Intereses Energéticos de Europa” en el que se relaciona la energía con la política exterior de la Unión Europea. El Consejo Europeo de Junio de 2006 recibió este documento con interés y animó a la Comisión a reforzar tanto la dimensión externa, como a equilibrarla con la interna. En el Consejo Europeo de Lathi, Finlandia, en octubre, se recomienda a los estados miembros y a la Comisión coordinación en asuntos externos relacionados con la energía para lograr una voz única, así como más estrecho contacto con los países vecinos y suministradores. El Consejo Europeo de diciembre del mismo año aprueba la creación de una Red de Corresponsales de Energía para recoger, procesar y distribuir información referente a la seguridad energética. La primera reunión de la Red tuvo lugar en Bruselas en mayo de 2007.
En enero de 2007 la Comisión propuso un paquete de medidas para establecer una nueva Política Energética para Europa con los objetivos de combatir el cambio climático y aumentar la seguridad energética. El Consejo Europeo de Marzo de 2007 aprobó las propuestas de la Comisión, quien presentó una propuesta de plan de Acción 2007-2009 sobre la Política Energética para Europa con tres objetivos: seguridad en el abastecimiento, competitividad y sostenibilidad.
LA UE Y RUSIA
LA ENERGÍA
Después de una serie de entradas en las que hemos ido analizando el caso ruso, su evolución desde la caída del comunismo y la fragmentación del espacio soviético, su reajuste al nuevo mundo unipolar, la consiguiente evolución de la política exterior rusa y el posible empleo de las fuentes de energía como elemento de presión, vamos a sintetizar la información analizada para dejar fijado un cuadro de la situación. Posteriormente daremos cuenta de las referencias bibliográficas, por si hubiese interés en profundizar sobre el tema.
La economía rusa depende fuertemente de las exportaciones de gas y petróleo, exportaciones que en la actualidad se dirigen mayoritariamente a Europa. Por ello Rusia no puede permitirse el juego de cortar el suministro a Europa mientras no tenga otros clientes importante, pues su economía se hundiría, el sistema no democrático se deslegitimaría y el creciente peso político en la arena internacional se desmoronaría. En el caso del petróleo es más flexible el mercado y es posible cambiar de clientes, pero hemos de recordar que cada crudo tiene sus características y no todas las refinerías pueden tratar cualquier tipo. Por otra parte, las reservas de petróleo rusas no son tan importantes como las de gas, materia prima que se está configurando como de gran importancia en el futuro de la economía rusa. Y precisamente Rusia se ha embarcado en la construcción de dos gasoductos que implican fuertes inversiones, y que están orientados hacia Europa. Por otra parte los cortes de suministro, nunca se han dirigido directamente contra UE (salvo un esporádico incidente con Lituania). Y no olvidemos la importancia que para Rusia tiene el comercio con la UE, en donde tenemos que incluir la participación creciente en los mercados de distribución de gas en ciertos países europeos, llegando a los consumidores finales. Con todos estos datos, ¿podemos realmente pensar que Rusia es un suministrador de materias primas energéticas que pueda amenazar la seguridad energética de la UE? ¿Debemos hablar de dependencia energética, o más bien de interdependencia? Rusia ha descubierto que sus acciones de corte mafioso en Georgia, Ucrania, Moldavia y Bielorrusia han creado sensación de vulnerabilidad en Europa y no quiere desmentir del todo los temores porque le favorecen en su estrategia de dividir y de hacer sentir una fuerza que, en mi opinión, difícilmente se atreverá a emplear. En cualquier caso, aunque no tuviera hidrocarburos, Rusia es un país demasiado grande e importante, demasiado próximo a la UE, como para no esforzarse en mantener una buena relación con él.
Existe una gran interdependencia y la única manera de garantizar la seguridad energética, al margen de buscar nuevas fuentes de energía o nuevos proveedores, es atar a Rusia en el negocio del downstream y de los transportes, y potenciar al máximo la europeización del mercado energético en el sentido de abrirlo a la competencia y comunitarizar las reservas energéticas y las redes de interconexión para lograr una voz única. Eso sin olvidar las medidas para luchar contra el cambio climático, auténtico peligro a escala global, igualmente válidas para luchar contra la dependencia de importaciones, ya que se centran en reducir el consumo de hidrocarburos.
Los riesgos posibles son la construcción de infraestructuras de transporte hacia el este (China) y la falta de inversiones que pongan en riesgo la explotación de nuevos yacimientos. Sin olvidar la posibilidad, que de momento parece remota, de que Rusia diversifique sus industrias y se haga menos dependiente del sector energético, como hacen otros petroestados. Solo si en Rusia despega la tecnología del GNL (a largo plazo) se podría hacer la exportación de gas menos dependiente del gasoducto y se darían condiciones para la creación de un cártel con Irán y, quizá también, Turkmenistán o Argelia, lo que facilitaría la diversificación de clientes para Gazprom y podría poner en riesgo sino el abastecimiento europeo, sí el control de precios. Más peligrosa es la división que genera Rusia en el seno de la UE y que puede afectar a la dinámica integradora en general, reforzando lazos trasatlánticos de ciertos estados, que podrían frenar el proceso iniciado por el tratado de Mastricht en el sentido de crear una auténtica unión política. Y reforzar los vínculos transatlánticos incrementaría las percepciones de riesgo del Kremlin, potenciándose así una dinámica que dificultaría la cooperación.
Pero no debemos olvidarnos del resto de las interacciones entre Rusia y la UE, donde se tiende a dar prioridad al tema energético. Rusia es un vecino en evolución, que una vez superado el oscurantismo de los noventa, resurge con fuerza y exige ser tratado como una gran potencia, despreciando los acuerdos suscritos en tiempos de debilidad. En esta relación, Rusia juega a debilitar a la UE bilateralizando las relaciones en la medida de lo posible. La UE no debería ceder a esta tentación, sobre todo en el ámbito energético, donde debe ser consciente de su posición real, y debe actuar con una sola voz, comunitarizando el problema.
Con todos estos elementos, la UE debe seguir jugando el juego de los valores sabiendo que está respaldada por hechos y que es fuerte, tratando de civilizar a los políticos de Moscú. Para ello sería importante jugar un papel de mediación con los Estados Unidos, otro estado que juega de manera realista con Rusia, y que en su partida emplea la OTAN sin tener en cuenta los daños colaterales en el campo de batalla europeo. Decir que Estados Unidos puede ser un elemento nocivo en la integración europea, mayor incluso que Rusia, es algo que merecería ser analizado con más detalle en otro lugar.
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