A semejanza del Sol, Júpiter está compuesto de un 82% de hidrógeno, 17% de helio y un 1% de otros elementos.Un hecho característico de este planeta es que debido a su tamaño, los científicos calcularon que con un poco más de masa, se habría convertido en una estrella que acompañaría al Sol como un sistema binario.
Existiría otro punto de discontinuidad , similar al que representa el Cinturón de Asteroides (ubicado entre Marte y Júpiter) que sería el Cinturón de Kuiper, entre Neptuno y Plutón.
Hace medio siglo, un astrónomo de origen holandés se despachó con una extraña teoría: según decía, el Sistema Solar no se terminaba en Plutón, sino que se extendía de allí hacia afuera en un enorme y delgado anillo formado por pequeños objetos helados. Un lugar del que, supuestamente, provenía buena parte de los cometas. Por aquel entonces, la idea de Gerard Kuiper casi parecía una osadía. Y es lógico, porque no había ni la más mínima prueba de que tal cosa existiera. Sólo se trataba de una presunción medianamente razonable. Pero Kuiper tenía razón, aunque nunca lo supo: a principios de los años 90, un grupo de astrónomos detectó un objeto a una distancia similar a la del noveno planeta. Y, desde entonces, le siguió una verdadera catarata de descubrimientos. Son pequeños mundos helados, físicamente similares a Plutón, pero de inferior tamaño. Hoy ya nadie duda de la existencia del “Cinturón de Kuiper”, la frontera helada de nuestro barrio planetario. Es una nueva región que pide a gritos ser explorada, y que, también, nos obliga a revisar la verdadera naturaleza del propio Plutón, que hasta ahora parecía ser el único centinela de las fronteras del Sistema Solar.
Posición en la que se encontraría el Cinturón de Kuiper
y la Nube de Oort respecto de nuestro Sistema Solar.
Kuiper nos daría otra estructura distinta: